12 de febrero de 2008

Conversaciones íntimas

Testículo: Hijito, ya es hora, tienes que estar listo. Creo que habrá una eyaculación y tendrás que salir a fecudar un óvulo.
Espermatozoide: No papá, que flojera. No me va a pelar.
Testículo: ¿Cómo no? si eres guapo, ágil, rápido, muy listo.
Espermatozoide: Perso si somos millones... entre 120 y 600 millones. ¿Tú crees que me va a hacer caso?
Testículo: Solo si llegas primero.
Espermatozoide: Mmta. Ya estuvo. Si tengo que recorrer más de mil veces mi propio tamaño. Yo creo que no llegaré a tiempo. Además, no puedo salir en estas fachas.
Testículo: Bueno está bien, no te apures. Ya llegarás aunque sea en décimo lugar. Total, lo importante no es llegar primero, sino saber llegar.
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Últimamente percibo que muchos padres, si por ellos fuera, le habrían ahorrado a su hijo todo tipo de trabajos, desde la labor de parto (bueno, muchas madres ya lo hacen), las tareas de la escuela, las frustraciones de la adolescencia, la pena de perder el primer amor. Lo que los padres no entienden, es que ese trabajo que con esfuerzo logran hacer, es lo que los prepara para salir adelante. Ese esfuerzo extra, ese cansancio, ese placer de lograr algo por nuestra cuenta, es lo que nos impulsa y nos da la iniciativa para seguir siempre adelante.

En México, por ejemplo, es cada vez más común en la clase media y alta que las parejas no se casan hasta que tienen todo: casa, auto, fiesta, etcétera. Muchas de las veces los papás terminan más endeudados que si hubieran enviado a su hijo al Tec, ya que no sé si por facilitarles la vida o por sacarlos de la casa, les compran casa, muebles y auto. Además de la fiesta, claro está.

Finalmente, los hijos que nunca se preocuparon por valerse por si mismos comienzan (Dios guarde la hora!!) una nueva familia y adquieren nuevas responsabilidades. Responsabilidades que, claro está, no están preparados para afrontar. Y con cada reto llegan las peleas, los chantajes y los abandonos. Y entonces, los padres que pocas veces les permitieron afrontar sus propios problemas y prepararse para la vida, tienen que "apoyarlos" y solucionarles todo.

Y luego, en el trabajo, los que convivimos con estos nenes tenemos que sufrir las consecuencias de alguien que no tolera la frustración, que no tiene empuje ni iniciativa. Día a día me llegan, por ejemplo, mails de personas que creen que por estar suscritos a una bolsa de trabajo ya van a conseguir empleo. No tienen su currículum en la cuenta ni buscan activamente el empleo. Piensan que por arte de magia les vamos a conseguir una forma de subsistir.

Perdónenme, pero no. Para tener un buen trabajo, o cualquier cosa que valga la pena, como diría nuestro finado Enrique Canales hay que fregarse. No podemos esperar que todo nos caiga del cielo. Hay que estar preparados, hay que hacer el intento, no hay que darse por vencidos, hay que levantarse todas las veces que sea necesario.

"Los problemas no nacen grandes." decía un instructor que teníamos en Panasonic. Yo agregaría que tampoco los éxitos. Para tener éxito en la vida (hasta donde mi corta perspectiva me permite entender) tenemos que estar preparados. De nuevo, como diría Canales, encontrar nuestra fregonería. En qué somos fregones, en qué somos los mejores. Y seguir trabajando en ello. Hacer lo que es difícil y lo que es fácil. Delegar lo que ya domino y quedarme con el trabajo que no me gusta o no me sale bien. Cultivarme. Estar preparado y trabajar mi camino, poco a poco, paso a paso.

Como dicen por ahí: si las cosas difíciles fueran fáciles, cualquier tonto las haría. Hoy te invito a que pienses qué se te complica, qué retos tienes que superar, qué temores tienes que vencer. Y te invito a que tomes el toro por los cuernos y te avientes. Recuerda que la única forma de aprender a nadar es tirándote al agua.

2 comentarios:

Nelisa dijo...

Buenos dias, te felicito, me encantó tu post!! Haz de cuenta ke describes a mi jefe y a su hijo jejeje, en fin, espero no ser una madre tan sobreprotectora con el mío y dejarlo salir adelante por el mismo...

Saludos y te felicito por tu blog!!

Marxe dijo...

Hola Nelisa,

La verdad es que es una situación muy cotidiana. Sin embargo, vale la pena que les enseñes que las cosas buenas no son gratis y que lo que las hace tan valiosas es el esfuerzo que hacemos para conseguirlas.

Gracias por pasar por aquí y dejar tu comentario.