22 de junio de 2010

Pensar en el cliente


No deja de extrañarme cómo por ahorrarse unos cuantos pesos (o dólares en este caso) la gente deja de pensar en el usuario final de las cosas que se producen.

Hoy después de complicarme la mañana gracias a un maldito enchufe, quisiera compartir esta reflexión con ustedes.

Todos usamos múltiples aparatos a lo largo del día. Veo al fondo de mi escritorio (ya que mi marido tuvo a bien ponerme una extensión de contactos múltiples a la altura de mi escritorio) la conexión de mi CPU, pantalla, lámpara, cargador de pilas, y cargador celular. Además de esto, tengo frecuentemente conectados una lámpara, un reloj despertador, y ocasionalmente, unas tenazas para el cabello. Todo esto es solo para mi uso personal, en casa. En la cocina tengo conectados, además de la estufa y el refrigerador, un microondas, una licuadora y un tostador, y ocasionalmente, una batidora o un molino.

Si hablamos de mi oficina, tengo otro CPU, pantalla, laptop, bocinas y un aromatizante. Ocasionalmente tengo que conectar otra laptop y un proyector. Lo que quiere decir que a lo largo del día utilizo más de 10 enchufes, sin hablar de la televisión, el DVD, el wii, el cable, la plancha y lo que se ofrezca.

Si a esto agregamos las computadoras del marido y la hija, además de sus lámparas, la secadora de cabello y el cargador del celular, ya estamos hablando de 7 o más enchufes adicionales.

Todo esto en una casa donde con suerte hay aproximadamente 20 enchufes. Tenemos prácticamente la misma cantidad de enchufes que teníamos hace 50 años. ¿Soy yo, o aquí alguien hizo mal sus cuentas?

Y si solo fuera el número de enchufes, lo entiendo, pero el lugar es por demás incómodo. Por ejemplo, en este departamento no hay enchufes en el baño; lo cual es maravilloso en términos de seguridad, puesto que nadie va a meterse a la bañera y a utilizar la secadora para el cabello, por la sencilla razón de que el enchufe más próximo queda a casi 2 metros de la misma. Eso sin contar que ahora está ocupada por todos los aparatos que se requieren para un acuario.

Finalmente, la cosa más absurda desde mi punto de vista es la altura donde se encuentran los enchufes. Casi todos (salvo dos enchufes dobles) están a aproximadamente 30 centimetros del suelo, a la altura perfecta solo para los menores de 7 años, que son, justamente, quienes nunca conectarán nada por su cuenta.


Todos los demás debemos agacharnos para poder conectar y desconectar uno de los 10 aparatos que se usarán al día en un lugar donde no hay suficientes enchufes. Y si solo fuera agacharse, no habría ningún problema, pero tal parece que cuando los arquitectos/ingenieros/albañiles/o-quien-sea, toman la decisión de ponerlos a la altura más incómoda posible, piensan que las casas permanecerán sin amueblar, y entonces cualquier persona podrá conectar y desconectar lo que haga falta.

En mi caso por ejemplo, el enchufe en mi oficina (solo hay uno) está abajo de mi escritorio. En mi sala uno está abajo del escritorio, uno atrás de un sillón y otro abajo de la mesa que tiene el acuario. En la recámara solo hay uno despejado, ya que el otro está atrás de la mesa de noche y al igual que los que tiene mi hija en su recámara.

Y obviamente, los 2 de la cocina que están a una altura normal, están en las esquinas, arriba de la barra. Los otros 2 están lógicamente atrás del refrigerador y atrás de la estufa.

De verdad, ¿será tan difícil (y tan caro) pensar en las necesidades del cliente final? ¿o todo esto es un viejo truco para conseguir que la gente compre más extensiones? Y ya que estoy con esta queja, ¿sería tan difícil hacer los cables de diferentes colores? Porque cada vez que tratas de desconectar algo, tienes que hacer un par de intentos para evitar desconectar el CPU u otra cosa importante ya que todos y cada uno de los cables son negros.

Por favor, démosle la bienvenida al siglo XXI y entendamos que el cliente puede tener una necesidad diferente.

20 de junio de 2010

Estabilidad laboral

"La estabilidad laboral te la da tu curriculum, no tu empresa." vía Mas Manuti

7 de junio de 2010

Entrevista a José Reyes Meza

Una entrevista a Dn. José Reyes Meza por el Sol de Toluca.

El hombre como alma del mundo. Entrevista con el muralista José Reyes Meza sobre su reveladora investigación
Úrsula Cotero García Luna

“El círculo mágico y el alma del mundo” es el título de la reciente publicación de José Reyes Meza, destacado muralista mexicano. Con este estudio hizo accesibles conceptos “vedados al vulgo por milenios, conservados en manuscritos, antiguos libros, pinturas, esculturas, catedrales medievales y monumentos arqueológicos, entre otros referentes.” Este libro es producto de más de cuarenta años de investigación basada en una obra de Leonardo Da Vinci titulada “El hombre de Vitrubio”, analizada bajo el pensamiento de Platón, que se refleja en su diálogo “Timeo” –donde se encierran las teorías de la creación del universo–. Reyes Meza descubrió un código matemático implícito en la producción de estos dos autores de la antigüedad, que tiene como búsqueda la relación de lo infinito con lo finito, tomando como punto de partida el número de oro. En este texto se expone un complicado canon de proporciones que compone “las bases que constituyeron al hombre de nuestra cultura contemporánea”.

¿Cuál es su interés por divulgar estos antiguos conocimientos a través de su exposición?

Este libro es para beneficio de los mexicanos, chinos, para los indios de la tribu hopi (se ríe).
En realidad me interesa la problemática humana actual, por ello es necesario gestar un nuevo periodo de humanismo –recordemos que el periodo conocido como Renacimiento en su época original se denominó “Humanismo”–. Debemos recurrir a el para profundizar en nuestra razón de ser como hombres y contribuir así a un periodo de renovación. Para ello es fundamental que los conocimientos antes ocultos se popularicen.

Nos debemos a nuestra historia, a la naturaleza y a la sociedad. Por lo tanto, el arte firme será el que surja estrechamente asociado a estos elementos, de otro modo, nacerán expresiones propias de seres deformes, desligados, que pierden valores como individuos y ciudadanos, lo que lleva a pulverizar la integridad y a diluir el sentido del “yo”. Esto es lamentable porque con estas influencias negativas desarrollan personas que no saben de dónde vienen, a dónde van o quienes son.

¿Qué fue lo que lo llevó a descubrir la esencia del número áureo?

Al momento de realizar las composiciones para la pintura mural, hice uso del número áureo –3.1416, conocido comúnmente como π– ampliamente usado por los griegos para proyectar partenones, esculturas y otras manifestaciones del arte clásico. Sin la utilización de esta medida, los frescos de gran formato no podrían estructurarse, ordenarse y carecerían de movimiento. Sin embargo, esta proporción extraída de las leyes de la naturaleza comenzó a formar una obsesión en mí, fue entonces que sentí la necesidad en profundizar en la infinitud de significados que implican esta medida armónica de la divina proporción.

Los números regidos por el 1618 –múltiplo del 3.1416–, número con connotaciones místicas, implican los principios de bondad, amistad, belleza y armonía que, en conjunto, significan el amor supremo. Al comienzo esto pudiera parecer idealista, sin embargo, estas bases permiten el desarrollo de una civilización evolucionada. El arte griego Clásico, o el Renacentista reunieron estos fundamentos, los sistematizaron en un sistema de proporciones y los centraron en la figura del hombre perfecto, desnudo, pues no se avergüenza ni se atemoriza con nada, tampoco desea ocultar nada. De ahí la frase: “No hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido que no haya ser conocido y salir a la luz.”, Lucas 8-17. El humano desarrollado bajo esta concepción se presenta como consciente de si mismo y actúa dentro de la premisa: “que soy”, contrario a lo que actualmente pensamos, pues nos dejamos influir por el pensamiento de: “qué quiero ser”. Para poner una muestra de cómo aplicamos cotidianamente la frase “qué quiero ser”, podemos decir que, en ocasiones nos convencemos de que si obtenemos tal o cual cosa seremos felices. Esto es falso porque, si con lo que tenemos no podemos compartir o estar satisfechos, ¿quién nos garantiza que al obtener otras cosas nos sentiremos mejor?

¿A qué alcances, Maestro, puede llevarnos la filosofía entorno al número de oro?

El Códice de Leonardo, encerrado en el dibujo “El hombre de Vitrubio”, comprende un complicado sistema matemático que puede ser usado para explicar diversos fenómenos de la naturaleza. Por medio de la segunda serie potencializada de Fibonacci se llega a esta conclusión –Leonardo de Pisa, mejor conocido como Fibonacci, fue un matemático italiano del siglo XVIII que desarrolló una secuencia a la que pensadores hindúes habían llegado cientos de años antes. Su método se centra en que cada elemento es la suma de los dos anteriores. La sucesión inicia con 0 y 1 y se desarrolla de esta forma: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55. La gran mayoría de los árboles se desarrollan siguiendo este crecimiento: El tronco (1) se divide en una rama grande (1), esta rama se divide en dos (2), luego, cada una de ellas se divide en 3 (3) ramas más pequeñas, y así sucesivamente. En el cuerpo humano podemos decir que la cabeza es 1, el cuello, 1, los brazos (2), brazo, antebrazo y mano (3), luego los cinco dedos (5), es decir, la sucesión de Fibonacci llega hasta el 5 en el humano. También el sistema solar parece seguir este patrón. Esta teoría tiene muchas aplicaciones, se usa en modelos de crianza de conejos o de plantas, actualmente se aplica en la computación y en la física–. La serie Fibonacci concuerda con el número áureo, con el calendario azteca, con la cábala y con la escala de notas musicales, por poner algunos sistemas que convergen, fundamentados en el libro.

Todo lo que descubrimos, lo que conocemos y lo que ignoramos, se gesta en nuestro interior, somos el filtro de lo que nos rodea y nos regimos, en parte, por las fuerzas que nos circundan. El sofista Protágoras mencionaba “El hombre es la medida de todas las cosas: en cuanto a las que son y en cuanto a las que no son”. Es decir, somos la puerta para acceder a la esencia de las cosas, sólo basta con buscar la fórmula indicada. El “hombre de Vitrubio se muestra en medio de un círculo, que simboliza lo divino, y un cuadrado, que simboliza lo humano y la materia, como humanidad somos susceptibles de alcanzar estos dos planos. Nos encontramos en un momento para hacer extensiva la verdad, para buscar los ideales más puros, intrínsecos y afines en las diferentes culturas y este libro es un buen ejemplo para sentar las bases para un futuro mejor.

Para finalizar, ¿podía comentarnos algo sobre el formato del libro?, considerando que tiene características muy especiales.

El tamaño del libro es necesario, ya que se proyectan las medidas reales que exigen los planteamientos de Platón-Vitruvio, simbolizados, sintetizados y expuestos en el dibujo de Leonardo con las medidas claves, básicas y exactas para el proceso de estructuración de “El alma del mundo”. Un descubrimiento inquietante para mi consistió en que para descifrar el Códice de Leonardo encriptado en “El hombre de Vitrubio”, sólo fue posible mediante el idioma castellano…

(José Reyes Meza ha sido un artista multifacético. Se desenvolvió en la música, como guitarrista, en el teatro y la danza, como escenógrafo, es escritor, pintor de caballete y ha colaborado en la propuesta plástica de diversos templos de la república. Además, la filosofía, antropología y cultura del medio ambiente han sido disciplinas que vierte en su producción, aportando así, una temática profunda y de carácter nacionalista y revolucionario.

Entre su vasta obra se encuentran los frescos realizados entre 1958 a 1964 para el “El Casino de la Selva”, Cuernavaca, Morelos. A fines de la década de 1950 y durante la de 1960 hizo pinturas murales para el Museo Nacional de Historia, ubicadas en distintas salas. En la central de refrigeración ubicada en Chapultepec se encuentra otra pintura de su autoría, realizada en 1955. Cabe destacar que trabajó al lado de importantes figuras como Diego Rivera, Tata Nacho, Salvador Novo, Ignacio López Tarso y Xavier Villaurrutia, entre otros. Incluso menciona que fungió como actor, aunque era “de los merísimos malos” y también como torero y orfebre.

Ilustran este artículo: “El hombre de Vitrubio” de Leonardo Da Vinci, un esquema explicativo para la obtención del número áureo, comparado con el sistema Fibonacci y un detalle de la obra mural que Reyes Meza realizó para el Casino de la Selva.)

El valor de π se ha obtenido con diversas aproximaciones a lo largo de la historia, siendo una de las constantes matemáticas que más aparece en las ecuaciones de la física. Al lado, se encuentra el sistema Fibonacci en un esquema geométrico.

Vale prevenir

De mi escritor favorito:

Vale prevenir...

Juan Enríquez Cabot
7 Jun. 10

Muchos saben quién es Linda Rottenberg, fundadora de Endeavor, plataforma para lanzar emprendedores a lo largo del mundo. Ahora toca conocer a su extraordinario, y quizás desahuciado, marido, Bruce Feiler.

Escritor de profesión, Bruce se ganaba la vida caminando; su bestseller "Caminando la Biblia" lo llevó a toda tierra sancta y non sancta. Siguió caminando y escribiendo hasta que, irónicamente, descubrieron tremendo tumor maligno en su fémur izquierdo. Y de repente Bruce supo que nunca volvería a correr, o quizás caminar, o inclusive sobrevivir...

A Bruce le quedó claro que su extraordinaria señora sufriría, pero sabría rehacer su vida. Lo que lo angustiaba de fondo eran sus hijas gemelas de tres años. ¿Quién les explicaría quién había sido su padre? ¿Quién las guiaría y las acompañaría en los momentos críticos, los más felices y los más tristes? ¿Qué hombre proveería consejo y oreja?

Acto seguido Bruce escribió una carta describiendo su enfermedad. Un párrafo de la carta: "sé que mis hijas estarán rodeadas de amor. Tendrán la una para la otra. Pero quizás no me tendrán a mí. No tendrán a su padre. ¿Podrías ayudarme a ser su padre? ¿Contestarías sus preguntas? ¿Irías a los juegos de fut? ¿Les darías buen consejo? ¿Les dirías lo que estaría pensando yo? ¿Les podrías explicar lo orgulloso que estaría de ellas? ¿Serías mi voz...?".

Pero a Bruce también le quedaba claro que ningún hombre por sí mismo sería sustituto adecuado. Y por eso decidió crear un consejo de padres. Les mandó esta carta a seis hombres. Todos hombres porque a sus hijas no les faltaría madre...

Escoger a estos hombres, y por ende qué papel y qué lecciones, apoyos y vacíos llenaría cada hombre no fue sencillo. Bruce empezó reclutando a su amigo Jeff, quien en la universidad le había enseñado a viajar, aprender, disfrutar tanto nuevas culturas como obstáculos inesperados. Jeff se había retirado; de ser fotógrafo global, pasó a ser granjero en su nativo Vermont, cultivando vegetales y cuidando vacas.

Bruce no mandó una carta. La llevó en persona y, en medio de tremendo llanto, se la leyó a su mejor amigo, en la terraza de la granja, viendo el atardecer. Jeff respondió de inmediato: "sería un honor, pero soy hombre de ejemplos no de palabras". Y Bruce le preguntó, "Ok, pero imagínate que estás en el Hotel Barbizon en 10 años cenando con nuestras hijas y que viajan por primera vez a Europa. ¿Qué consejos les darías?"

Riendo entre lágrimas Jeff dijo que sugeriría que hay dos maneras en las que las niñas pequeñas se aproximan a un charco de lodo. Algunas se acercan con cuidado para verse reflejadas y acaso meten un dedo para ver pequeñas ondas en el agua. Pero para nuestras hijas, decía Jeff, mi sugerencia sería métanse, brinquen, bailen, vean cómo se siente, cómo sabe... Brinquen en el charco y luego vuelvan cubiertas de lodo. Las estaré esperando en casa... Al reclutar a Jeff, Bruce buscaba alguien que le ensañara a sus hijas dos cosas, el cómo viajar y entender y disfrutar el mundo, y a la vez el cómo regresar a casa, echar raíces y volverse parte de una comunidad.

Hay en el libro de Bruce, "The Council of Dads", muchas lágrimas y muchas lecciones. Su segundo padre/consejero, Max, sugiere que lo más importante, y lo que hará como nuevo padre de sus hijas, es actuar como jardinero y regarlas constantemente con amor. Max opina que a la vez que hay que recordar a los muertos con alguna lágrima, también hay que celebrarlos con memorias de cosas que hicieron juntos, lo que celebraron. Max entiende que cuando uno más extraña a los padres es cuando uno triunfa. Es el no poder compartir el logro lo que más duele. Y por eso parte del papel de Max será poder explicarles precisamente a las hijas de Bruce cuán orgulloso estaría su padre cuando la ocasión lo amerite.

No hay espacio aquí para describir cómo escogió Bruce a cada uno de sus consejeros padres. Y no voy a echar a perder final contándote qué le pasó al fin y al cabo a Bruce con su enfermedad.

Pero aquí hay lección importante no sólo para los enfermos de cáncer. Hay lección para el México de hoy. Bruce, siendo padre joven, tuvo aviso y tiempo para reflexionar sobre lo impensable y actuar en consecuencia. Pero en la medida que partes de nuestro país se han vuelto ligeramente peligrosonas... No sería mala idea empezar a armar un consejo propio de padres y madres. Uno nunca sabe. Y es mejor decirles de una vez a los que más quieres cuánto los quieres y cuánto necesitas su ayuda... Claro nada más por si las moscas...