7 de junio de 2010

Vale prevenir

De mi escritor favorito:

Vale prevenir...

Juan Enríquez Cabot
7 Jun. 10

Muchos saben quién es Linda Rottenberg, fundadora de Endeavor, plataforma para lanzar emprendedores a lo largo del mundo. Ahora toca conocer a su extraordinario, y quizás desahuciado, marido, Bruce Feiler.

Escritor de profesión, Bruce se ganaba la vida caminando; su bestseller "Caminando la Biblia" lo llevó a toda tierra sancta y non sancta. Siguió caminando y escribiendo hasta que, irónicamente, descubrieron tremendo tumor maligno en su fémur izquierdo. Y de repente Bruce supo que nunca volvería a correr, o quizás caminar, o inclusive sobrevivir...

A Bruce le quedó claro que su extraordinaria señora sufriría, pero sabría rehacer su vida. Lo que lo angustiaba de fondo eran sus hijas gemelas de tres años. ¿Quién les explicaría quién había sido su padre? ¿Quién las guiaría y las acompañaría en los momentos críticos, los más felices y los más tristes? ¿Qué hombre proveería consejo y oreja?

Acto seguido Bruce escribió una carta describiendo su enfermedad. Un párrafo de la carta: "sé que mis hijas estarán rodeadas de amor. Tendrán la una para la otra. Pero quizás no me tendrán a mí. No tendrán a su padre. ¿Podrías ayudarme a ser su padre? ¿Contestarías sus preguntas? ¿Irías a los juegos de fut? ¿Les darías buen consejo? ¿Les dirías lo que estaría pensando yo? ¿Les podrías explicar lo orgulloso que estaría de ellas? ¿Serías mi voz...?".

Pero a Bruce también le quedaba claro que ningún hombre por sí mismo sería sustituto adecuado. Y por eso decidió crear un consejo de padres. Les mandó esta carta a seis hombres. Todos hombres porque a sus hijas no les faltaría madre...

Escoger a estos hombres, y por ende qué papel y qué lecciones, apoyos y vacíos llenaría cada hombre no fue sencillo. Bruce empezó reclutando a su amigo Jeff, quien en la universidad le había enseñado a viajar, aprender, disfrutar tanto nuevas culturas como obstáculos inesperados. Jeff se había retirado; de ser fotógrafo global, pasó a ser granjero en su nativo Vermont, cultivando vegetales y cuidando vacas.

Bruce no mandó una carta. La llevó en persona y, en medio de tremendo llanto, se la leyó a su mejor amigo, en la terraza de la granja, viendo el atardecer. Jeff respondió de inmediato: "sería un honor, pero soy hombre de ejemplos no de palabras". Y Bruce le preguntó, "Ok, pero imagínate que estás en el Hotel Barbizon en 10 años cenando con nuestras hijas y que viajan por primera vez a Europa. ¿Qué consejos les darías?"

Riendo entre lágrimas Jeff dijo que sugeriría que hay dos maneras en las que las niñas pequeñas se aproximan a un charco de lodo. Algunas se acercan con cuidado para verse reflejadas y acaso meten un dedo para ver pequeñas ondas en el agua. Pero para nuestras hijas, decía Jeff, mi sugerencia sería métanse, brinquen, bailen, vean cómo se siente, cómo sabe... Brinquen en el charco y luego vuelvan cubiertas de lodo. Las estaré esperando en casa... Al reclutar a Jeff, Bruce buscaba alguien que le ensañara a sus hijas dos cosas, el cómo viajar y entender y disfrutar el mundo, y a la vez el cómo regresar a casa, echar raíces y volverse parte de una comunidad.

Hay en el libro de Bruce, "The Council of Dads", muchas lágrimas y muchas lecciones. Su segundo padre/consejero, Max, sugiere que lo más importante, y lo que hará como nuevo padre de sus hijas, es actuar como jardinero y regarlas constantemente con amor. Max opina que a la vez que hay que recordar a los muertos con alguna lágrima, también hay que celebrarlos con memorias de cosas que hicieron juntos, lo que celebraron. Max entiende que cuando uno más extraña a los padres es cuando uno triunfa. Es el no poder compartir el logro lo que más duele. Y por eso parte del papel de Max será poder explicarles precisamente a las hijas de Bruce cuán orgulloso estaría su padre cuando la ocasión lo amerite.

No hay espacio aquí para describir cómo escogió Bruce a cada uno de sus consejeros padres. Y no voy a echar a perder final contándote qué le pasó al fin y al cabo a Bruce con su enfermedad.

Pero aquí hay lección importante no sólo para los enfermos de cáncer. Hay lección para el México de hoy. Bruce, siendo padre joven, tuvo aviso y tiempo para reflexionar sobre lo impensable y actuar en consecuencia. Pero en la medida que partes de nuestro país se han vuelto ligeramente peligrosonas... No sería mala idea empezar a armar un consejo propio de padres y madres. Uno nunca sabe. Y es mejor decirles de una vez a los que más quieres cuánto los quieres y cuánto necesitas su ayuda... Claro nada más por si las moscas...

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