16 de octubre de 2013

El valor de las cosas gratis

Ayer leí el caso de un editor de una revista en línea que llamó prostituta a una científica que se negó a escribir de forma gratuita para la revista. Todo por que la investigadora se negó a dar su trabajo gratis a quien se beneficia del tráfico de lectores en la red. Independientemente del tema del machismo (no imagino a nadie llamando prostituto a un hombre que se niegue a escribir gratis), es importante reflexionar sobre el tema de las expectativas.

Muchas veces olvidamos que vivimos en un mundo capitalista. Sería maravilloso si pudiéramos vivir de reputación, pagar nuestros recibos con "Likes" de Facebook y nuestra renta con recomendaciones de lo maravillosos que somos. Cuando las personas viven de prestar determinado servicio es fundamental otorgar un pago que de alguna manera reconozca el tiempo y dinero que han invertido para ser capaces de prestarlo, así como compensar el tiempo que nos dedican en ese momento.

Hace unos días ofrecí mis servicios para la organización de un evento. Una de las primeras preguntas que se hicieron fue si mi ayuda sería gratuita, ya que dicha organización no tiene fondos ni fines de lucro y necesita de ayuda. Pero no toda la ayuda fue creada igual. Para desarrollar las habilidades para organizar un evento como éste, he pasado años aprendiendo sobre técnicas de intervención a gran escala, estudié una maestría en Intervención en Sistemas Humanos. Viajé a Brasil y a Estados Unidos para reunirme con expertos y he comprado y leído una gran cantidad de libros. Además, ya hablando de la aplicación práctica, por regla general el evento toma casi el mismo número de horas en prepararse que en facilitarse por lo que si voy a organizar una pequeña reunión de 2 horas, invertiré otras 2 horas en la preparación, lo que da un total de cuando menos 4 horas que bien pude haber dedicado a otra tarea.


Es cierto, hay organizaciones que prestan sus servicios u otorgan sus productos sin costo, sin embargo, ellos reciben una compensación de otra forma: mediante fundaciones, donativos, subvenciones, etc. Esto no quiere decir que nunca nadie hace algo gratis, pero considerando que todos tratamos de tener una vida balanceada y eso requiere encontrar actividades que nos generen un ingreso, actividades que proporcionen desarrollo personal y profesional, tiempo con la familia y tiempo de descanso, las probabilidades que tenemos de participar en una causa que no necesariamente compartimos, sin obtener una remuneración, son francamente bajas.

Mucha gente considera que una ayuda siempre debe ser gratuita; yo por mi parte sé que los servicios cuestan, y que los favores son gratis pero ambos son formas de ayudar. También pienso que las cosas que valoramos son las que nos cuestan. Si me invitan a asistir a un evento gratuito, lo haré si tengo tiempo o si me queda de paso, pero si el evento tiene un costo y lo pago, claro que asistiré.


Te invito a que la próxima vez que te ofrezcan algo gratis (si en efecto lo es, y no es solo la oportunidad de presentarte sus servicios) realmente valores y agradezcas el tiempo y el esfuerzo que alguien dedicó para obsequiártelo. 

20 de mayo de 2013

No busques trabajo - Risto Mejide


No busques trabajo. Así te lo digo. No gastes ni tu tiempo ni tu dinero, de verdad que no vale la pena. Tal como está el patio, con uno de cada dos jóvenes y casi uno de cada tres adultos en edad de dejar de trabajar, lo de buscar trabajo ya es una patraña, un cachondeo, una mentira y una estúpida forma de justificar la ineptitud de nuestros políticos, la bajada de pantalones eurocomunitaria y lo poco que les importas a los que realmente mandan, que por si aún no lo habías notado, son los que hablan en alemán.
No busques trabajo. Te lo digo en serio. Si tienes más de 30 años, has sido dado por perdido. Aunque te llames Diego Martínez Santos y seas el mejor físico de partículas de Europa. Da igual. Aquí eres un pringao demasiado caro de mantener. Dónde vas pidiendo nada. Si ahí afuera tengo a 20 mucho más jóvenes que no me pedirán más que una oportunidad, eufemismo de trabajar gratis. Anda, apártate que me tapas el sol.
Y si tienes menos de 30 años, tú sí puedes fardar de algo. Por fin la generación de tu país duplica al resto de la Unión Europea en algo, aunque ese algo sea la tasa de desempleo. Eh, pero no te preocupes, que como dijo el maestro, los récords están ahí para ser batidos. Tú sigue esperando que los políticos te echen un cable, pon a prueba tu paciencia mariana y vas a ver qué bien te va.
Por eso me atrevo a darte un consejo que no me has pedido: tengas la edad que tengas, no busques trabajo. Buscar no es ni de lejos el verbo adecuado. Porque lo único que te arriesgas es a no encontrar. Y a frustrarte. Y a desesperarte. Y a creerte que es por tu culpa. Y a volverte a hundir.
No utilices el verbo buscar.
Utiliza el verbo crear. Utiliza el verbo reinventar. Utiliza el verbo fabricar. Utiliza el verbo reciclar. Son más difíciles, sí, pero lo mismo ocurre con todo lo que se hace real. Que se complica.
Da igual que te vistas de autónomo, de empresario o de empleado. Por si aún no lo has notado, ha llegado el momento de las empresas de uno. Tú eres tu director general, tu presidente, tu director de marketing y tu recepcionista. La única empresa de la que no te podrán despedir jamás. Y tu departamento de I+D (eso que tienes sobre los hombros) hace tiempo que tiene sobre la mesa el encargo más difícil de todos los tiempos desde que el hombre es hombre: diseñar tu propia vida.
Suena jodido. Porque lo es. Pero corrígeme si la alternativa te está pagando las facturas.
Trabajo no es un buen sustantivo tampoco. Porque es mentira que no exista. Trabajo hay. Lo que pasa es que ahora se reparte entre menos gente, que en muchos casos se ve obligada a hacer más de lo que humanamente puede. Lo llaman productividad. Otra patraña, tan manipulable como todos los índices. Pero en fin.
Mejor búscate entre tus habilidades. Mejor busca qué sabes hacer. Qué se te da bien. Todos tenemos alguna habilidad que nos hace especiales. Alguna singularidad. Alguna rareza. Lo difícil no es tenerla, lo difícil es encontrarla, identificarla a tiempo. Y entre esas rarezas, pregúntate cuáles podrían estar recompensadas. Si no es aquí, fuera. Si no es en tu sector, en cualquier otro. Por cierto, qué es un sector hoy en día.
No busques trabajo. Mejor busca un mercado. O dicho de otra forma, una necesidad insatisfecha en un grupo de gente dispuesta a gastar, sea en la moneda que sea. Aprende a hablar en su idioma. Y no me refiero sólo a la lengua vehicular, que también.
No busques trabajo. Mejor busca a un ingenuo, o primer cliente. Reduce sus miedos, ofrécele una prueba gratis, sin compromiso, y prométele que le devolverás el dinero si no queda satisfecho. Y por el camino, gánate su confianza, convéncele de que te necesita aunque él todavía no se haya dado cuenta. No pares hasta obtener un sí. Vendrá acompañado de algún pero, tú tranquilo que los peros siempre caducan y acaban cayéndose por el camino.
Y a continuación, déjate la piel por que quede encantado de haberte conocido. No escatimes esfuerzos, convierte su felicidad en tu obsesión. Hazle creer que eres imprescindible. En realidad nada ni nadie lo es, pero todos pagamos cada día por productos y servicios que nos han convencido de lo contrario.
Por último, no busques trabajo. Busca una vida de la que no quieras retirarte jamás. Y un día día en el que nunca dejes de aprender. Intenta no venderte y estarás mucho más cerca de que alguien te compre de vez en cuando. Ah, y olvídate de la estabilidad, eso es cosa del siglo pasado. Intenta gastar menos de lo que tienes. Y sobre todo y ante todo, jamás te hipoteques, piensa que si alquilas no estarás tirando el dinero, sino comprando tu libertad.
Hasta aquí la mejor ayuda que se me ocurre, lo más útil que te puedo decir, te llames David Belzunce, Enzo Vizcaíno, Sislena Caparrosa o Julio Mejide. Ya, ya sé que tampoco te he solucionado nada. Aunque si esperabas soluciones y que encima esas soluciones viniesen de mí, tu problema es aún mayor de lo que me pensaba.
No busques trabajo. Sólo así, quizás, algún día, el trabajo te encuentre a ti.
Risto Mejide

27 de enero de 2013

Un año más sin ti

Otra vez el tiempo se me pasó y no pude plasmar lo que comencé a decirte desde el día 17. El tiempo es solo una ilusión de nuestra mente y mi mente ha estado dando vueltas a tantas cosas. Por eso te escribo hasta ahora. Uno más de nuestros sueños está por cumplirse: nuestro proceso de inmigración está casi completo.

Este año que terminó trajo momentos difíciles pero también grandes cambios: terminé mi maestría, senté las bases para una pequeña empresa de aromaterapia, cerré un capítulo en mi vida laboral y estoy empezando otro nuevo. Y este cambio ha sido más difícil de lo que esperaba. Recuerdo que siempre decías: "Haz primero lo que tienes que hacer, para que tengas los medios para hacer lo que te gusta." Bueno, aún no tengo todos los medios y aún no sé que es lo que más me gusta, pero ya me estoy acercando.

Sé que la magia ocurre cuando salimos de nuestra zona de comfort (o de seguridad). Aventurarme no es la parte difícil, sino seguir avanzando sin buscar costas cercanas. Algo difícil de hacer es encontrar la intersección entre lo que me apasiona, lo que sé hacer, lo que es económicamente redituable y que el mundo necesita.

En estos días tengo muy claro que el mundo necesita cada vez más gente feliz, gente que ayude a otros, gente que haga de este mundo algo mejor. Por ese motivo me inscribí a un curso de liderazgo evolutivo para lograr la sustentabilidad. Me gusta ayudar a la gente a crecer, a desarrollarse y me gusta ayudar a las empresas a cambiar, a volverse colaborativas y a fomentar el talento individual y volverlo colectivo.  Estoy pensando en cuál es la mejor manera de ayudar a individuos y organizaciones a mejorar.

Sigo escribiendo mis cuentos, no he podido avanzar mucho a pesar de que ahora tengo más tiempo libre; debe ser el efecto de mi mente un poco saturada. Mi mente sigue confundida con tantas cosas en mi cabeza, tratando de tejer algo armónico con los múltiples hilos que me tocaron y he adquirido.  Estoy empezando a escuchar mi llamado y no puedo dejar de oírlo. Creo que finalmente estoy aclarando a dónde voy, menos mal que me tomó solo 38 años. Creo que finalmente entendí que formo parte de una voluntad más grande que busca hacer de esta Tierra algo mejor para todos los seres (vivos o no) que la habitan.

Mi colega Kathia habla de dejar de vivir de forma fragmentada, de dejar de ser alguien de 9 a 5 y después buscar la satisfacción. Creo que este es el deseo que tengo y que quiero llevar a cabo, pero aún no estoy segura del cómo combinar mi deseo y mi responsabilidad.

En estos días, tus consejos me hacen mucha falta, pero sé que tu amor sigue presente. Tu presencia sigue siendo tan cálida como hace tantos años y tu voz sigue sonando en mis oídos. ¡Qué increíble es saber que las personas que amamos nunca se van de nuestro lado!


Feliz cumpleaños, Abuelito.