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28 de abril de 2012

Intervenciones emocionales

A lo largo de estos dos años he aprendido un par de cosas interesantes en mi maestría. La primera de ellas es que cada acción (o inacción) es una intervención. Es común que la gente no mida el impacto de sus intervenciones, particularmente mientras se encuentra bajo el influjo de una emoción.

Otro axioma conocido en este ramo es: los datos dirigen el diseño de la intervención. Es decir, tenemos que sustentar con datos precisos (recogidos mediante observación, instrumentos o cualquier otro medio) las intervenciones que deseamos diseñar.

Sin embargo, cuando la gente no es consciente de ello, las intervenciones se vuelven complicadas, particularmente para las personas muy emocionales. Y más complicado aún es cuando dicha persona ocupa un alto puesto en la organización.

Hoy me tocó leer el correo electrónico de un ejecutivo dirigido a otro, reclamando de forma dramática una acción, basándose en el hecho de que la gente percibe nuestro servicio de una forma negativa. En dicho correo propone, además de anunciar a toda la organización que nuestro servicio no cumple con las expectativas (aunque sí cumple los acuerdos) de los vendedores y nos propone "aventarnos un poco de dinero" para motivar a nuestro equipo.

Entiendo que las personas de su área están bajo mucho estrés por su bajo desempeño debido a metas muy elevadas y sienten que nuestro equipo no les responde como ellos quisieran. Lamentablemente, todo se basa en una percepción de estas personas, quienes, dicho sea de paso, son altamente emocionales también; nuestras métricas siguen cumpliéndose sin problema alguno.

La intervención que propone este ejecutivo:  enviar un comunicado para protegerse, a lo que el llama "aclarar las cosas" y "aventar dinero" son dos de las cosas más negativas que podrían hacerse para incrementar el trabajo en equipo.

Una vez más compruebo la llamada teoría de la actividad: los miembros de un equipo tienden a internalizar las conductas que son naturales en la actividad que realizan. En este caso, reaccionar de forma emocional, basándose en percepciones y tratando de arreglar las cosas "aventando dinero".

16 de abril de 2008

Espíritu de colaboración

Algo que falta comúnmente en las empresas (que yo he conocido, al menos) es el espíritu de colaboración. El espíritu de colaboración son esas ganas de ayudar honestamente a otra persona o equipo de trabajo sin esperar algo a cambio.
 Se da también cuando ante cada situación buscamos la manera de contribuir para que mejore aquello en que estamos trabajando. 
Existe, de igual manera, cuando buscamos el éxito del equipo antes que el nuestro.

 Lamentablemente, como lo reconocía alguien, en muchas ocasiones no nos pagan por el desempeño del equipo, sino por el desempeño individual. Por esto, y porque a muchas personas no les gusta que las "corrijan" o les mejoren sus ideas, pocas veces encontramos un genuino espíritu de colaboración. 

 Sin embargo, ser colaborativo es de gran importancia para nuestro crecimiento personal y profesional. Aunque pocas escuelas (y empresas) fomentan el verdadero trabajo en equipo, la colaboración es muy valorada, principalmente por los directivos de las empresas, puesto que el verdadero crecimiento de un proyecto, producto o servicio, se da por la colaboración de las personas que en él intervienen. 

Ese "granito de arena" o esa "milla extra" que podemos poner al colaborar con alguien, son las que hacen la diferencia en el producto fina y en el desarrollo de nuestra carrera, porque, seamos sinceros, a quién le interesa trabajar con alguien muy competente, pero que hace exactamente lo que se le solicita y ni un milímetro más.

 Adicionalmente, tenemos el beneficio de aprender cosas nuevas, de relacionarnos con más personas y de paso, de mejorar nuestra imagen. 

Ser colaborativo es muy sencillo: cada vez que te involucres en una tarea, busca la manera de contribuir positivamente a la misma. Pregúntate cómo puede hacerse mejor (y compártelo solo si tienes un plan claro y alcanzable para mejorarlo, de otra manera parecerá que solo estás criticando), pregúntate qué puedes aportar con tus competencias personales, pregúntate cómo puedes obtener un mejor resultado.

 Y lo más importante, hazlo siempre de buena gana.

27 de marzo de 2008

Arreglar el mundo

A veces me pregunto: ¿y si en vez de quejarnos nos ponemos a trabajar?