7 de junio de 2010

Entrevista a José Reyes Meza

Una entrevista a Dn. José Reyes Meza por el Sol de Toluca.

El hombre como alma del mundo. Entrevista con el muralista José Reyes Meza sobre su reveladora investigación
Úrsula Cotero García Luna

“El círculo mágico y el alma del mundo” es el título de la reciente publicación de José Reyes Meza, destacado muralista mexicano. Con este estudio hizo accesibles conceptos “vedados al vulgo por milenios, conservados en manuscritos, antiguos libros, pinturas, esculturas, catedrales medievales y monumentos arqueológicos, entre otros referentes.” Este libro es producto de más de cuarenta años de investigación basada en una obra de Leonardo Da Vinci titulada “El hombre de Vitrubio”, analizada bajo el pensamiento de Platón, que se refleja en su diálogo “Timeo” –donde se encierran las teorías de la creación del universo–. Reyes Meza descubrió un código matemático implícito en la producción de estos dos autores de la antigüedad, que tiene como búsqueda la relación de lo infinito con lo finito, tomando como punto de partida el número de oro. En este texto se expone un complicado canon de proporciones que compone “las bases que constituyeron al hombre de nuestra cultura contemporánea”.

¿Cuál es su interés por divulgar estos antiguos conocimientos a través de su exposición?

Este libro es para beneficio de los mexicanos, chinos, para los indios de la tribu hopi (se ríe).
En realidad me interesa la problemática humana actual, por ello es necesario gestar un nuevo periodo de humanismo –recordemos que el periodo conocido como Renacimiento en su época original se denominó “Humanismo”–. Debemos recurrir a el para profundizar en nuestra razón de ser como hombres y contribuir así a un periodo de renovación. Para ello es fundamental que los conocimientos antes ocultos se popularicen.

Nos debemos a nuestra historia, a la naturaleza y a la sociedad. Por lo tanto, el arte firme será el que surja estrechamente asociado a estos elementos, de otro modo, nacerán expresiones propias de seres deformes, desligados, que pierden valores como individuos y ciudadanos, lo que lleva a pulverizar la integridad y a diluir el sentido del “yo”. Esto es lamentable porque con estas influencias negativas desarrollan personas que no saben de dónde vienen, a dónde van o quienes son.

¿Qué fue lo que lo llevó a descubrir la esencia del número áureo?

Al momento de realizar las composiciones para la pintura mural, hice uso del número áureo –3.1416, conocido comúnmente como π– ampliamente usado por los griegos para proyectar partenones, esculturas y otras manifestaciones del arte clásico. Sin la utilización de esta medida, los frescos de gran formato no podrían estructurarse, ordenarse y carecerían de movimiento. Sin embargo, esta proporción extraída de las leyes de la naturaleza comenzó a formar una obsesión en mí, fue entonces que sentí la necesidad en profundizar en la infinitud de significados que implican esta medida armónica de la divina proporción.

Los números regidos por el 1618 –múltiplo del 3.1416–, número con connotaciones místicas, implican los principios de bondad, amistad, belleza y armonía que, en conjunto, significan el amor supremo. Al comienzo esto pudiera parecer idealista, sin embargo, estas bases permiten el desarrollo de una civilización evolucionada. El arte griego Clásico, o el Renacentista reunieron estos fundamentos, los sistematizaron en un sistema de proporciones y los centraron en la figura del hombre perfecto, desnudo, pues no se avergüenza ni se atemoriza con nada, tampoco desea ocultar nada. De ahí la frase: “No hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido que no haya ser conocido y salir a la luz.”, Lucas 8-17. El humano desarrollado bajo esta concepción se presenta como consciente de si mismo y actúa dentro de la premisa: “que soy”, contrario a lo que actualmente pensamos, pues nos dejamos influir por el pensamiento de: “qué quiero ser”. Para poner una muestra de cómo aplicamos cotidianamente la frase “qué quiero ser”, podemos decir que, en ocasiones nos convencemos de que si obtenemos tal o cual cosa seremos felices. Esto es falso porque, si con lo que tenemos no podemos compartir o estar satisfechos, ¿quién nos garantiza que al obtener otras cosas nos sentiremos mejor?

¿A qué alcances, Maestro, puede llevarnos la filosofía entorno al número de oro?

El Códice de Leonardo, encerrado en el dibujo “El hombre de Vitrubio”, comprende un complicado sistema matemático que puede ser usado para explicar diversos fenómenos de la naturaleza. Por medio de la segunda serie potencializada de Fibonacci se llega a esta conclusión –Leonardo de Pisa, mejor conocido como Fibonacci, fue un matemático italiano del siglo XVIII que desarrolló una secuencia a la que pensadores hindúes habían llegado cientos de años antes. Su método se centra en que cada elemento es la suma de los dos anteriores. La sucesión inicia con 0 y 1 y se desarrolla de esta forma: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55. La gran mayoría de los árboles se desarrollan siguiendo este crecimiento: El tronco (1) se divide en una rama grande (1), esta rama se divide en dos (2), luego, cada una de ellas se divide en 3 (3) ramas más pequeñas, y así sucesivamente. En el cuerpo humano podemos decir que la cabeza es 1, el cuello, 1, los brazos (2), brazo, antebrazo y mano (3), luego los cinco dedos (5), es decir, la sucesión de Fibonacci llega hasta el 5 en el humano. También el sistema solar parece seguir este patrón. Esta teoría tiene muchas aplicaciones, se usa en modelos de crianza de conejos o de plantas, actualmente se aplica en la computación y en la física–. La serie Fibonacci concuerda con el número áureo, con el calendario azteca, con la cábala y con la escala de notas musicales, por poner algunos sistemas que convergen, fundamentados en el libro.

Todo lo que descubrimos, lo que conocemos y lo que ignoramos, se gesta en nuestro interior, somos el filtro de lo que nos rodea y nos regimos, en parte, por las fuerzas que nos circundan. El sofista Protágoras mencionaba “El hombre es la medida de todas las cosas: en cuanto a las que son y en cuanto a las que no son”. Es decir, somos la puerta para acceder a la esencia de las cosas, sólo basta con buscar la fórmula indicada. El “hombre de Vitrubio se muestra en medio de un círculo, que simboliza lo divino, y un cuadrado, que simboliza lo humano y la materia, como humanidad somos susceptibles de alcanzar estos dos planos. Nos encontramos en un momento para hacer extensiva la verdad, para buscar los ideales más puros, intrínsecos y afines en las diferentes culturas y este libro es un buen ejemplo para sentar las bases para un futuro mejor.

Para finalizar, ¿podía comentarnos algo sobre el formato del libro?, considerando que tiene características muy especiales.

El tamaño del libro es necesario, ya que se proyectan las medidas reales que exigen los planteamientos de Platón-Vitruvio, simbolizados, sintetizados y expuestos en el dibujo de Leonardo con las medidas claves, básicas y exactas para el proceso de estructuración de “El alma del mundo”. Un descubrimiento inquietante para mi consistió en que para descifrar el Códice de Leonardo encriptado en “El hombre de Vitrubio”, sólo fue posible mediante el idioma castellano…

(José Reyes Meza ha sido un artista multifacético. Se desenvolvió en la música, como guitarrista, en el teatro y la danza, como escenógrafo, es escritor, pintor de caballete y ha colaborado en la propuesta plástica de diversos templos de la república. Además, la filosofía, antropología y cultura del medio ambiente han sido disciplinas que vierte en su producción, aportando así, una temática profunda y de carácter nacionalista y revolucionario.

Entre su vasta obra se encuentran los frescos realizados entre 1958 a 1964 para el “El Casino de la Selva”, Cuernavaca, Morelos. A fines de la década de 1950 y durante la de 1960 hizo pinturas murales para el Museo Nacional de Historia, ubicadas en distintas salas. En la central de refrigeración ubicada en Chapultepec se encuentra otra pintura de su autoría, realizada en 1955. Cabe destacar que trabajó al lado de importantes figuras como Diego Rivera, Tata Nacho, Salvador Novo, Ignacio López Tarso y Xavier Villaurrutia, entre otros. Incluso menciona que fungió como actor, aunque era “de los merísimos malos” y también como torero y orfebre.

Ilustran este artículo: “El hombre de Vitrubio” de Leonardo Da Vinci, un esquema explicativo para la obtención del número áureo, comparado con el sistema Fibonacci y un detalle de la obra mural que Reyes Meza realizó para el Casino de la Selva.)

El valor de π se ha obtenido con diversas aproximaciones a lo largo de la historia, siendo una de las constantes matemáticas que más aparece en las ecuaciones de la física. Al lado, se encuentra el sistema Fibonacci en un esquema geométrico.

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