Ayer, navegando por internet me encontraba la página que habla sobre el Ho'oponopono, y quise leer un poco más antes de escribir sobre ello. Pero al parecer, una editorialista de El Norte, tuvo una idea similar, y puesto que ella escribe mucho mejor, les comparto lo que dice.
'Ego-lución'
Paz Flores
15 Mar. 08
Aloha, amigos. Sí, en hawaiano porque es más profundo. No es lo mismo que "hola" en español y, menos aún, que el "hellooo" tan irónico y fresoide.
Aloha es una palabra honda como las aguas del océano Pacífico. Significa estar en presencia (alo) de lo divino (ha). Es la expresión que reconoce que hay algo en aquella persona de la energía divina. Es Dios en ti.
Es difícil ver a la gente así. Quizá porque somos un producto social, una conciencia colectiva resultado de una cultura fragmentada. ¿Colectivo o fragmentado? Los dos a un mismo tiempo, de ahí lo esquizoide del fenómeno.
Los hawaianos tienen una filosofía liberadora. Le llaman el "Ho'oponopono" que significa "hacer lo correcto". Parte de la idea de que hay que asumir responsabilidad por las memorias en común que compartimos con otras personas.
Siempre que aparece una situación, la mente busca el problema y a alguien a quien culpar. Seguimos buscando afuera y no percibimos que si sólo criticas te vuelves parte del problema.
Cada vez que reaccionamos ante alguien es porque existe algo dentro de nosotros que compartimos con esa persona, ya sea memoria, energía, pasado. El "insight" socrático "conócete a ti mismo" sigue vigente.
Observar a alguien sin juzgarlo sin algún preconcepto social, de grupo, ético, moral, conductual parecería imposible, pero no es así, porque esa persona es la expresión de la creación en esa forma limitada. Espero que al final de esta vida pueda experimentar esto.
Es como si nuestras experiencias fueran memorias repitiéndose en la mente colectiva subconsciente una y otra vez, y entre más lo reafirmemos, más lo materializamos. ¿Cómo hablar de las víctimas sin victimizar la realidad? Cambiando la perspectiva, pero, ¿cómo?
Thich Nhat Hanh es un monje budista que durante la guerra de Vietnam creó la "Orden de la Interentidad". Su filosofía es de una espiritualidad socialmente comprometida. Escribió un libro impresionante que se llama "Buda Viviente, Cristo Viviente".
Él decía que el mundo es nuestro yo ampliado. Para estos budistas, contrario a lo que se cree en Occidente, la compasión no se queda en un sentimiento interior inoperante, sino que se expresa a través de la participación en movimientos de liberación. Recordemos el caso de Myanmar, antigua Birmania, donde los monjes salieron a la calle en defensa pacífica de su pueblo.
Resume su filosofía en "Yo soy, en consecuencia, tú eres. Tú eres, en consecuencia, yo soy". Lo interesante es que los mayas siglos atrás decían "In lakesh": "Yo soy otro tú. Tú eres otro yo". Estas antiguas culturas comprendieron lo que los occidentales no entendemos: todos somos uno, pero vivimos la ilusión de la individualidad. Las culturas medioorientales también lo comprendieron: "no juzgues y y no serás juzgado, no condenes y no serás condenado, perdona y serás perdonado", decía Jesús. Pero eso no lo limitó a la acción.
El estudio "Plasticidad de la mente" del Dr. Davidson, en el laboratorio de neurociencia de la Universidad de Wisconsin, midió la capacidad para controlar emociones negativas de odio, coraje, mediante pruebas de resonancia. Los monjes lograron resultados sorprendentes.
Los estudios muestran que la mente es un órgano moldeable y en evolución. Los mayores niveles de armonía se encontraron en monjes budistas que practican meditación, porque han ejercitado la capacidad de plasticidad cerebral para alejar pensamientos que provocan dolor, concentrándose en los que provocan equilibrio y paz.
La resonancia magnética mostró que la relación entre el córtex izquierdo y el derecho puede ser medida y su relación representa el temperamento de una persona.
La meditación se está rescatando como un mecanismo para elevar el nivel de conciencia de las próximas generaciones. Reconocer y no rehuir el hecho de que el sufrimiento es parte de lo humano es el primer paso, en Occidente partimos de la negación de dolor, he ahí la diferencia.
Con una masa crítica suficiente se puede dar un salto evolutivo necesario para asegurar en el futuro un hábitat que permita la vida humana en la Tierra.
Porque al Planeta no le pasa nada, al hábitat que permite la vida de nuestra especie sí, si no cambiamos ciertos patrones y nos adaptamos rápidamente. "No te creas lo que yo te digo, compruébalo", dijo Buda.
Hay muchas redes de humanos trabajando ya en esto y muchas de estas redes están conectadas.
Adendo
El doctor Ismael Cabral es amigo y compañero que pertenece a estas redes. Su trabajo de investigación descubriendo especies como el Agave Albopilosa o "el peludo de la Huasteca", como lo bautizamos, muestran la importancia de preservar las reservas. Nuestro pésame por el deceso de su hijita Ana Lucía, lo sentimos y la recordamos alegre y hablándole a los astros. Como escribe Ismael, "la despedida de un hijo es un estigma de incalculable dolor, pero sólo para quienes nos quedamos aquí hasta llegado nuestro tiempo, porque ni tú, ni yo, ni nadie, sólo la vida es la que continúa y continuará por siempre". Y ahí, amigo, evoluciona el ego personal desapareciendo y fundiéndose otra vez con la vida.
15 de marzo de 2008
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