Se da también cuando ante cada situación buscamos la manera de contribuir para que mejore aquello en que estamos trabajando.
Existe, de igual manera, cuando buscamos el éxito del equipo antes que el nuestro.
Lamentablemente, como lo reconocía alguien, en muchas ocasiones no nos pagan por el desempeño del equipo, sino por el desempeño individual. Por esto, y porque a muchas personas no les gusta que las "corrijan" o les mejoren sus ideas, pocas veces encontramos un genuino espíritu de colaboración.
Sin embargo, ser colaborativo es de gran importancia para nuestro crecimiento personal y profesional. Aunque pocas escuelas (y empresas) fomentan el verdadero trabajo en equipo, la colaboración es muy valorada, principalmente por los directivos de las empresas, puesto que el verdadero crecimiento de un proyecto, producto o servicio, se da por la colaboración de las personas que en él intervienen.
Ese "granito de arena" o esa "milla extra" que podemos poner al colaborar con alguien, son las que hacen la diferencia en el producto fina y en el desarrollo de nuestra carrera, porque, seamos sinceros, a quién le interesa trabajar con alguien muy competente, pero que hace exactamente lo que se le solicita y ni un milímetro más.
Adicionalmente, tenemos el beneficio de aprender cosas nuevas, de relacionarnos con más personas y de paso, de mejorar nuestra imagen.
Ser colaborativo es muy sencillo: cada vez que te involucres en una tarea, busca la manera de contribuir positivamente a la misma. Pregúntate cómo puede hacerse mejor (y compártelo solo si tienes un plan claro y alcanzable para mejorarlo, de otra manera parecerá que solo estás criticando), pregúntate qué puedes aportar con tus competencias personales, pregúntate cómo puedes obtener un mejor resultado.
Y lo más importante, hazlo siempre de buena gana.
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