En estos días me he acordado de ti.
Creo que Montse y tú se parecen mucho. Te habría encantado jugar con ella, tu única bisnieta. Si hoy hubiera hablado contigo te habría preguntado por la inercia, por la gravedad y algunas otras cuestiones de la física que fueron el tema de la hora de la comida. Ella te platicaría de todos los animales que ve en el Biodome y que tanto le gustan.
Héctor pasaría contigo horas preguntándote cómo funcionaba algún aparato, visitando tu taller o simplemente hablando contigo sobre mis travesuras de cuando era pequeña. Te encantaría conocerlo también.
Te daría mucho gusto saber que seguimos preparándonos, aprendiendo idiomas; seguramente me darías el consejo que tanto necesito ahora que no sé si estudiar una maestría o empezar de nuevo en otra carrera. He tomado en cuenta muchos de tus otros consejos y sigo preparándome y esforzándome en hacer las cosas muy bien, sin importar de lo que se trate.
Te habría platicado de Juan Enríquez, habrías disfrutado sus libros y visto sus videos. Supongo que habrías aprendido a usar las computadoras, internet y algunos juegos electrónicos.
Aunque te entristecería nuestra partida a Montreal, estarías muy contento por las oportunidades que tenemos aquí.
Te encantaría ver mi blog y me animarías a seguir compartiendo lo que sé, como tú lo hacías. Seguramente te habría convencido de tener tu blog, también. Habrías asistido a las reuniones familiares, que contigo en casa serían más frecuentes. Supongo que habrías disfrutado el vernos crecer y formar cada uno su familia.
Habríamos ido a tu casa una vez más, y le habría mostrado a Montse donde solía jugar cuando era pequeña. Como junto con Eduardo, Ismael y Luis jugábamos durante horas, hasta que tía Rosy nos hablaba para ir a comer. Le habría mostrado a Héctor la colección de libros que tenías, ésos que nos heredaste, pero que ya sabes por qué no los pudimos tener (bueno, si lo hubieras sabido no habría sido así).
Les habría mostrado las fotos de tu boda, con mi abuelita tan linda y tan contenta por casarse contigo. Habrían visto también las fotos de la boda de mis papás y de mis tíos. Les habría mostrado tus 4 medallas de Premio al Saber y los reconocimientos que te dió el Tec por tantos años dedicados al estudio y a la enseñanza en esa escuela. Pero sobre todo les hubiera mostrado tu taller, donde aprendí contigo a hacer bobinas, donde me enseñaste a soldar y a utilizar algunas herramientas e instrumentos.
En fin, solo quería que supieras que te recuerdo mucho. A mi abuelita también, aunque ella se fue hace más tiempo. Aún tengo algunos de sus vestidos y de sus cosas. Lo más importante, aún tengo muchos de los recuerdos, con sensaciones muy claras: recuerdo tu ropa, tu risa, las colchas de la cama donde estaba mi abuela. Recuerdo el olor de tu casa, la sensación de las páginas de tantos libros que leí ahí. Recuerdo las historias, la convivencia y la tranquilidad familiar, tu casa era el centro de reunión de toda la familia. Recuerdo las veces que te llamé porque no podía hacer una tarea de cálculo, recuerdo el apoyo que me diste cuando empecé a estudiar mi carrera.
Por cierto, te habría dado mucho gusto saber que me fué muy bien, que trabajé en mi área durante muchos años (supongo que habrías encontrado irónicos algunos momentos de mi vida laboral, otro día te lo explicaré). Te habría encantado conocer algunos de mis amigos, ellos hubieran disfrutado mucho de platicar contigo.
A veces creo que no te has ido, te siento tan cerca que sé que pronto volveremos a vernos. Mientras tanto, te mando un abrazo y muchos besos.
¡Feliz cumpleaños, Abuelito!
26 de enero de 2008
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