No deja de extrañarme cómo por ahorrarse unos cuantos pesos (o dólares en este caso) la gente deja de pensar en el usuario final de las cosas que se producen.
Hoy después de complicarme la mañana gracias a un maldito enchufe, quisiera compartir esta reflexión con ustedes.
Todos usamos múltiples aparatos a lo largo del día. Veo al fondo de mi escritorio (ya que mi marido tuvo a bien ponerme una extensión de contactos múltiples a la altura de mi escritorio) la conexión de mi CPU, pantalla, lámpara, cargador de pilas, y cargador celular. Además de esto, tengo frecuentemente conectados una lámpara, un reloj despertador, y ocasionalmente, unas tenazas para el cabello. Todo esto es solo para mi uso personal, en casa. En la cocina tengo conectados, además de la estufa y el refrigerador, un microondas, una licuadora y un tostador, y ocasionalmente, una batidora o un molino.
Si hablamos de mi oficina, tengo otro CPU, pantalla, laptop, bocinas y un aromatizante. Ocasionalmente tengo que conectar otra laptop y un proyector. Lo que quiere decir que a lo largo del día utilizo más de 10 enchufes, sin hablar de la televisión, el DVD, el wii, el cable, la plancha y lo que se ofrezca.
Si a esto agregamos las computadoras del marido y la hija, además de sus lámparas, la secadora de cabello y el cargador del celular, ya estamos hablando de 7 o más enchufes adicionales.
Todo esto en una casa donde con suerte hay aproximadamente 20 enchufes. Tenemos prácticamente la misma cantidad de enchufes que teníamos hace 50 años. ¿Soy yo, o aquí alguien hizo mal sus cuentas?
Y si solo fuera el número de enchufes, lo entiendo, pero el lugar es por demás incómodo. Por ejemplo, en este departamento no hay enchufes en el baño; lo cual es maravilloso en términos de seguridad, puesto que nadie va a meterse a la bañera y a utilizar la secadora para el cabello, por la sencilla razón de que el enchufe más próximo queda a casi 2 metros de la misma. Eso sin contar que ahora está ocupada por todos los aparatos que se requieren para un acuario.
Finalmente, la cosa más absurda desde mi punto de vista es la altura donde se encuentran los enchufes. Casi todos (salvo dos enchufes dobles) están a aproximadamente 30 centimetros del suelo, a la altura perfecta solo para los menores de 7 años, que son, justamente, quienes nunca conectarán nada por su cuenta.
Todos los demás debemos agacharnos para poder conectar y desconectar uno de los 10 aparatos que se usarán al día en un lugar donde no hay suficientes enchufes. Y si solo fuera agacharse, no habría ningún problema, pero tal parece que cuando los arquitectos/ingenieros/albañiles/o-quien-sea, toman la decisión de ponerlos a la altura más incómoda posible, piensan que las casas permanecerán sin amueblar, y entonces cualquier persona podrá conectar y desconectar lo que haga falta.
En mi caso por ejemplo, el enchufe en mi oficina (solo hay uno) está abajo de mi escritorio. En mi sala uno está abajo del escritorio, uno atrás de un sillón y otro abajo de la mesa que tiene el acuario. En la recámara solo hay uno despejado, ya que el otro está atrás de la mesa de noche y al igual que los que tiene mi hija en su recámara.
Y obviamente, los 2 de la cocina que están a una altura normal, están en las esquinas, arriba de la barra. Los otros 2 están lógicamente atrás del refrigerador y atrás de la estufa.
De verdad, ¿será tan difícil (y tan caro) pensar en las necesidades del cliente final? ¿o todo esto es un viejo truco para conseguir que la gente compre más extensiones? Y ya que estoy con esta queja, ¿sería tan difícil hacer los cables de diferentes colores? Porque cada vez que tratas de desconectar algo, tienes que hacer un par de intentos para evitar desconectar el CPU u otra cosa importante ya que todos y cada uno de los cables son negros.
Por favor, démosle la bienvenida al siglo XXI y entendamos que el cliente puede tener una necesidad diferente.
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