Una amiga muy querida desde hace muchos años me regaló el libro llamado "Un pavorreal en el reino de los pingüinos". Esta fábula empresarial la hizo pensar en mí y en mi carrera profesional, dado que yo soy una persona poco convencional y trabajé durante más de diez años en una de las empresas más tradicionales de México.
Mi vida en esta empresa me recordó un poco a mi paso por la escuela primaria y secundaria, en un colegio dirigido por monjas. Aunque en su momento, la rigidez y disciplina de esta escuela me parecían asfixiantes, creo que el haber pasado por esas experiencias me ayudó a crecer como persona. Me parece que para favorecer el balance de una persona, sobre todo al inicio de su vida, se requiere cierta estructura, cierta rigidez y sobre todo, cierto contraste.
Mi vida en esta empresa me recordó un poco a mi paso por la escuela primaria y secundaria, en un colegio dirigido por monjas. Aunque en su momento, la rigidez y disciplina de esta escuela me parecían asfixiantes, creo que el haber pasado por esas experiencias me ayudó a crecer como persona. Me parece que para favorecer el balance de una persona, sobre todo al inicio de su vida, se requiere cierta estructura, cierta rigidez y sobre todo, cierto contraste.
Lo mismo pasa en la vida laboral; considero que mi formación en dicha empresa fué muy amplia, ya que no solo aprendí cuestiones técnicas sobre Recursos Humanos, Desarrollo Organizacional y Administración del Cambio, sino también un poco de Negociación, Asertividad, Relaciones Humanas y además, me permitió explotar mi creatividad, aprender a manejar la frustración y a encontrar algo positivo en las cosas negativas. Esta es una de esas experiencias que, aunque en el momento no se pueden disfrutar a plenitud, al volver la vista atrás nos permiten obtener satisfacción.
Si bien me topé con pared muchas veces, las veces que encontré un camino (no siempre fácil de seguir, lo admito) pude avanzar mucho. La gente que conocí dejó una huella profunda en mí y por eso les estoy muy agradecida.
Claro está que en ésta y otras empresas tradicionales hay un sinfín de personas que temen al cambio. Estas personas complican la innovación y la facilidad de la organización para adaptarse a nuevas exigencias del entorno. La aceptación de la propia cultura es muy difícil, así como el reconocer que lo que funcionó en el pasado, no necesariamente funcionará en el futuro. Aceptar la diversidad, para ellos, es una tarea sumamente complicada, puesto que su rigidez de pensamiento no les permite aceptar que hay más de una forma de hacer las cosas.
Finalmente y volviendo al libro, mi aprendizaje por mi paso en el mundo de los pingüinos, es muy parecido a los consejos que dan los autores:
-Sé realista. El ser humano teme naturalmente al cambio y se aferra (y prefiere) a lo que ya conoce.
-Apóyate en otros seres diferentes. El sentir el respaldo emocional de amigos y compañeros es importante.
-No te desanimes por ser diferente. Muchas personas son distintas a la mayoría, pero temen o rechazan mostrarlo. Estas personas son quienes particularmente se oponen a las personas diferentes.
-Busca el balance. Si lo que te cuesta física y emocionalmente vivir en un entorno rígido, burocrático, pesado no viene retribuido adecuadamente, deja de hacerlo.
-Demuestra tu flexibilidad y acepta a los demás, aún cuando seas rechazado.
-Sé un buen ejemplo para los demás, en particular, para las personas diferentes. Apóyalos para encontrar el éxito.
Foto tomada de: itsnature.org
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