Este mes se me pasó tan rápido, que en mi mente aún es 26. La semana fue agotadora, trabajar tarde, empezar el día temprano, balancear responsabilidades y tratar de que todo salga a tiempo llega a pasar factura. Sin embargo, siempre es necesario hacer un alto y ver a dónde vamos. Mi maestría está por terminar y ahora estoy iniciando otro proyecto que me ayudará a compartir lo que sé y ojalá que ayude a dejar este mundo un poco mejor de lo que lo encontré. Me estoy enfocando mucho en el trabajo con mujeres, ya que siento que hay mucho más trabajo por hacer en este grupo.
Ayer en la noche fui a ver una película llamada Miss-representation que muestra el triste caso de la desigualdad femenina en Estados Unidos y que no es más que un reflejo del resto del mundo. Encontré irónico que después de la película, cuando conversamos entre los asistentes y mencioné la importancia del ejemplo de familia y amigos versus la influencia del medio ambiente, uno de los asistentes se refirió a un ejemplo que mencioné, pero la facilitadora de la conversación lo ignoró al hacer referencia al mismo tema. ¿Estamos tan acostumbrados a hacer caso a lo que dicen los hombres e ignorar a las mujeres?
Esta película me hizo pensar en ti, en cómo tu trato fue siempre igualitario y para ti no había diferencias de género al entrar en tu taller. Me enseñaste a trabajar con bobinas y a soldar, al igual que a otros de tus nietos y no recuerdo que hubieras dicho que algo era solo para hombres o solo para mujeres. Pediste a mi mamá que terminara la carrera antes de casarse, cosa que seguramente en su época no era lo habitual. Aprendí de ética y de justicia viendo tu ejemplo y ahora tomar decisiones se vuelve más fácil porque sé que eso es lo correcto.
Muchos años han pasado desde que te fuiste, pero el eco de tu voz sigue resonando en mis oídos.
¡Feliz cumpleaños, Abuelito!
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